HISTORIA
Los días eran todos iguales. Las noches, copias oscuras del día. El mecido de la madera, cada día mas crujiente hacía presagiar que el navío se iba a desmoronar. La potabilizadora estaba en las últimas, y la alimentación a base de lo que lograban pescar, provocaba peleas a diario.
En cubierta, todo era un caos. Los problemas se solucionaban a flechazos, a punta de espada o a simples puñetazos. El capitán llevaba meses sin pisar cubierta. Yacía borracho en la bodega del buque día sí, día también.
— ¿Cuánto hace ya? - preguntaba Nornor, sentada observando el mar con la mirada perdida en el horizonte
— Dos años van a hacer... - contestaba Dawkes
Nornor lanzó al aire un suspiro de cansancio y aburrimiento. A bordo no había nada que hacer más que pescar. Mientras lo hacía, dejaba volar su imaginación. Soñaba con correr por su viejo Archerville. Asesinar a todo el que osaba atravesar su muralla. Y es que, querido lector, los Archervillenses eran conocidos por sus bellas construcciones, y por no dejar vivo a ningún visitante.
Destacaban por su destreza con el Arco, y su buen gusto en el diseño de sus calles, casas, iglesias, y estadios donde darse muerte en mil y un eventos a cuál más violento. Para un habitante de Archerville, no había mayor placer que recorrer sus calles arco en mano y saludar con un flechazo a su vecino.
De pronto una voz les asustó, gritando a escasos centímetros de sus oídos:
— Habrá que fregar la cubierta, no?!?!?! - gritó Jhen
— Que suba el capitán a mandar, no te digo - replicaba Dawkes
— Por cierto, ¿qué rumbo llevamos? - preguntaba Nornor
— ¿Rumbo? ¡¡El capitán hace meses que no toma el timón!! ¡¡Vamos donde nos lleve la marea, pringaos!! ¡¡No hay nadie al volante… no hay nadie al volante!! - replicaba burlón Jhen
Jhen se alejó gritando “¡¡No hay nadie al volante, no hay nadie al volante!!"
Definitivamente, en la cabeza de Jhen sí que no había nadie al volante. No asimilaba que parte de la tripulación había muerto. Que debieron dejar atrás su viejo Archerville porque no había nada que pescar, la tierra no daba frutos y no se veía nada que cazar que no fuese el vecino. Nunca comprendió la solución del capitán de embarcarse en un navío rumbo a ninguna parte en busca de un futuro mejor. Y dos años sin ver tierra habían conseguido que Jhen terminase de perder la cabeza.
El Sol estaba en lo más alto. Debía ser mediodía. Nornor y Dawkes estaban cosiendo unas viejas camisetas en las velas para que no tuviesen tantos agujeros. Ambos se percataron de un extraño sonido que provenía de popa. Era un sonido agudo, se acercaron extrañados mientras el sonido aumentaba en decibelios.
— Wiiiiiiiii, wiiiiiii - gritaba Jhen mirando el mar que dejábamos atrás
— ¿Qué haces Jhen? - Preguntó Dawkes extrañado
— ¡¡Wiiiiiiiiii, adiós amiga!! ¡¡Mucha suerte!! - gritó Jhen de nuevo
Gritaba con una voz muy aguda e infantil. Dawkes y Nornor trataban de enfocar su mirada en el agua, pero no veían nada. De pronto algo saltó desde la bodega del barco al mar. Jhen volvió a gritar: — Wiiiiiiii!!!! Adióssssss.
Nornor preguntó mientras fruncía el ceño tratando de identificar qué era: — ¿Qué es eso?
Jhen la miró sonriente: — ¡¡Son mis hamburguesitas!! ¡¡Están tirándose del barco, mis hamburguesitas se van!! ¿Qué voy a comer ahora?
Agarró a Nornor por las solapas con los ojos muy abiertos. — ¿QUÉ NARICES VOY A COMER PRINGAOS?
Dawkes interrumpió con la mano en la frente para brindarle un poco de sombra a sus ojos:
— ¡Son ratas! - gritó con asombro y asco
Jhen se giró y agarró ahora a Dawkes por las solapas - CLARO QUE SON RATAS PRINGAO, HASTA LAS RATAS SALTAN DEL BARCO.
Dawkes empujó a Jhen zafándose de él. Antes de que pudiese recolocarse el cuello de su guayabera Dawkes escuchó un arco tensarse. Alzó la mirada y ahí estaba Jhen apuntando a Dawkes y a Nornor aleatoriamente. Ambos levantaron las manos.
— Cálmate Jhen - espetó Nornor
— No hace falta que os mate ahora, ¿sabéis? - su voz había cambiado de aguda e infantil a grave y demoníaca
—¿Sabéis por qué saltan las ratas?- hizo una pausa, destensó el arco y bajó los brazos — Porque esta mierda se hunde, no vamos a llegar a mañana.
Jhen se dio la vuelta y disponía a irse; Nornor quiso tranquilizarle y le puso la mano en el hombro para que no se marchase. Iba a decir algo, pero no tuvo tiempo. Jhen agarró su mano y se giró repentinamente con la mirada de un loco.
— En cuanto el sol sea una luna este barco tocará el fondo del mar. Y nosotros estaremos dentro pringaos. Estaremos dentro y no me quedan hamburguesas para mi último día - Dawkes miraba la escena. Veía a Nornor fulminando con la mirada a Jhen. Dawkes sabia que esta enemistad no era real. Era producto de la desesperación. Pensó que debía apaciguar los ánimos e intentar poner paz, pero cuando abría la boca para hablar algo le interrumpió.
— ¿QUÉ NARICES ES ESO?. – Gritaba desde el palo mayor Piris. Su voz sonaba desgarrada, asustada y a la vez entusiasmada. De pronto, pronunció la frase que tantos meses esperaban oír. Emocionado gritó dejándose los pulmones: — ¡ES TIERRA!... ¡TIERRAAAAAAA! ¡TIERRA A LA VISTA!
Nornor corrió hacia el timón, y puso rumbo exacto hacia donde señalaba Piris con el dedo. Ella no veía nada, pero total, tampoco llevaban ningún rumbo. Y el capitán…. bueno, mejor no contar con él.
Jhen y Dawkes miraban atónitos desde la proa como una isla se alzaba en el horizonte. Saltaban y se abrazaban. Por fin iban a desembarcar de esa chatarrería flotante.
Mientras tanto Piris saltaba desde el carajo (sí, así se llama la plataforma del palo mayor de un barco desde donde se observa. De ahí el dicho “Vete al carajo”. Venga, no te acostarás sin aprender una cosa más). Nornor con una mano en su frente y la otra en el mástil dirigía el navío a tierra.
En una hora ya estaban a metros de la playa. Descendieron las barcas corriendo y remaron hasta pisar tierra. Nornor, Dawkes, Jhen y Piris no se lo podían creer. ¡¡¡Pisaban tierra por fin!!! Saltaron, jugaron, besaron el suelo, lloraron, miraban los pájaros, insectos y animales durante horas. Hasta que al atardecer yacían cansados tumbados en la playa viendo como las estrellas comenzaban a destacar en un cielo que perdía su naranja a manos de un azul oscuro.
De pronto, en plena calma del atardecer, un sonido de maderas chocando contra las rocas llamó su atención. A 30 metros, una barca llegaba a la playa. De ella bajaba el capitán. Posaba sus pies en la playa y se quedaba clavado mirando sus pies pisando arena y piedra. Todos los tripulantes se acercaron al capitán.
— Capitán, hemos llegado a tierra - dijo Dawkes mirando como sacaba su cuchillo
El capitán se hizo un corte en la palma de su mano mugrienta y apretó el puño para hacer caer sangre a la arena de la playa.
— Archeville solo renacerá sobre unas tierras regadas con la sangre de los Archervillenses que sobrevivieron a dos años de bagaje marítimo – dijo el capitán.
Los tripulantes hicieron lo mismo con sus respectivos cuchillos y se quedaron mirando la sangre filtrarse en la arena.
Piris alzó la mirada y preguntó: — ¿Qué haremos ahora capitán?
Jhen se acercó con su risa de loco mientras gritaba: — Ya no es el capitán, no barco no capitán. ¿Verdad Lehendakari? ¡¡Díselo Ray, di que ya no eres capitán!! ¡¡Díselo!!
Ray alzó la mirada, miró la isla en la que se encontraban. Oteó el continente que había mas allá. Sonrió y mirando a los 4 preguntó: — Decidme amigos ¿Cómo será este Nuevo Archerville?
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